Compartimos una salida antigua que está en nuestro cuaderno de excursiones y  nos quedaba por subir a este blog…

Poco a poco vamos asentando costumbres en Harridunak.

Una de las más esperadas es la salida de fin de semana que habíamos establecido ya como habitual para Septiembre. Esta era la tercera después de las exitosas salidas a las piritas de Navajún y a las fluoritas y el jurásico asturianos.

La gran cantidad de asistentes atestiguan que la expectación era alta y que el grupo iba poco a poco consolidándose.

Para esta tercera salida habíamos elegido la localidad navarra de Orbaizeta. La salida esta vez era mixta: minerales y fósiles.

En primer lugar nos acercaríamos a los indicios mineros del monte Txangoa, en plena selva de Irati y muy cerca de la frontera con Francia, de la que apenas nos separaban 4 km.

Entrada al monte Changoa. La rueda de molino poco a poco va siendo colonizada por el verde omnipresente

 

El punto de encuentro era la antigua fábrica de armas de Orbaizeta.

La Mina de Changoa (Mina Santa Ana), en el término de Orbaizeta es quizás la mina más conocida de todas las de la zona. En ella se explotó una mineralización filoniana durante buena parte del siglo XIX.

Esquema de la mina de Changoa. Fuente: internet

El relleno es de cuarzo, en el que los minerales metálicos aparecen dispersos y en nidos, aunque también lo hacen en pequeñas venillas y alineaciones dentro del cuarzo.

La asociación mineral está constituida por cobres grises, calcopirita, esfalerita, galena, bournonita y pirita, con malaquita y óxidos de hierro supergénicos. La galena y los cobres grises son argentíferos.

Tras las pertinentes explicaciones y peticiones de precaución, nos acercamos a una escombrera al borde de un arroyo y allí fuimos intentando encontrar sulfuros y sulfosales (calcopirita, tetraedrita-tennantita, galena, antimonita, etc).

Nos disponemos a comenzar la jornada de búsqueda.  Esta vez el resultado no iba a ser como en las salidas anteriores (Navajún y Berbes). Aquí lo que podíamos encontrar eran indicios y los minerales muchos menos espectaculares, en especial para los novatos en la materia que éramos la mayoría.

Para ello contamos con la ayuda de un buen conocedor de la zona, Iñaki Irisarri, a quien desde estas líneas agradecemos su amable colaboración.

La mina de Changoa estuvo en actividad en diferentes épocas, en particular a fines del siglo XIX, parando la actividad en 1890. Llegó a tener una fábrica con 30 trabajadores en una zona de difícil climatología.

La Real Fábrica de Armas de Orbaizeta se construyó en el lugar ocupado por una antigua ferrería que funcionaba ya desde el s.XVI. Este lugar reunía los requisitos idóneos para sus fines, agua abundante, madera y materias primas próximas de las minas del Valle de Aezkoa. La fábrica se levantó en 1784.

A partir de materias primas de la zona y de otras traídas de Vizcaya, se fabricaban lingotes de hierro, bombas de hierro colado para artillería, granadas y munición. Su actividad cesó en 1873.

En el momento de nuestra visita quedaban numerosas ruinas de las instalaciones, con gran interés paisajístico y un atractivo recuerdo de arquitectura industrial

Ya para la tarde el plan era acercarnos a unos afloramientos de lutitas del devónico. Allí aparecen artejos de crinoideos y braquiópodos spirifer. El grupo se dividió en dos. Algunos siguieron con la búsqueda de minerales en los entornos del monte Txangoa mientras otros íbamos a la búsqueda de fósiles.

Y aquí tenemos uno de los hallazgos. Spirifer devónicos

 

Finalizada la jornada, con el cuerpo cansado pero con la sensación de haber pasado un día muy agradable, cena de grupo. Aprovechamos para ir conociéndonos más y comentar las incidencias de la jornada.

Ya en la jornada del domingo, y dado que el viaje de vuelta no era excesivamente largo, tuvimos tiempo de aprovechar y hacer una parada en San Martín de Amescoa, todavía en Navarra.

Allí, en los afloramientos del cretácico superior íbamos a buscar fósiles de fauna marina. Principalmente Micraster y  Echynocoris (erizos). El lugar era una zona abierta a los lados de un camino rural, exento de peligro en especial para la chavalería.

A la izquierda se ve al grupo bajando a buscar los fósiles de «erizos»

 

Los niños, y también los mayores (todo hay que decirlo) pudimos encontrar numerosas muestras y disfrutar con la ilusión de identificar fósiles fácilmente asimilables a animales conocidos en la actualidad, como son los erizos marinos.

Allí, la facilidad de encontrar muestras fósiles hacía que cada pocos segundos algún chaval soltara un ¡ALAAAAA! ilusionado y viniera corriendo con su captura a buscar a los expertos para que les dijeran qué tipo de erizo era la maravilla que acababan de encontrar. Al final todos nos pudimos llevar a casa una buena colección de fósiles con los que el lunes siguiente nuestros hijos sorprenderían a sus compañeros y profesores.